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En la búsqueda de la verdad, es que aparecen miles de formas de encontrarla, sólo encauzaremos la convergencia de nuestros pensamientos para luchar en encontrarla basandonos en los principios en los cuales creemos se fundan las bases de toda sociedad libre

martes, 17 de agosto de 2010

El caballero que vende verduras

Bonita como cada día despierta a media noche, impaciente por su paseo, impaciente por ver esa luz que tanto espera. Bien sabe que la sombra que se mueve dentro de esa inmensa caja es la misma que ve cada mañana y eso la impacienta aún más. Pero falta que el cielo aclaresca un poco. Bonita come y bebe un tanto, su paseo está próximo y se encuentra feliz de oir los pasos en el barro y en las hojas. Ella sabe que después de cruzar el campo y llegando al camino gris, debe ir en dirección hacia el mar. Muy contenta e inquieta espera a que la sombra baje y vuelva a subir. Bonita carga con un peso, un peso del cuál no tiene idea de cuanto es su verdadero valor, pero lo carga feliz, feliz e impaciente. Bonita sigue inquieta, viene la segunda parte del día que le fascina, mientras otras sombras empiezan a cargar colores y hojas en su carreta, ella las huele y las mira, inquieta, impaciente y feliz. Su sombra dueña se acerca, la mima con unas caricias y con su comida naranja y dulce favorita. Ya el sol ilumina lo bastante como para distinguir a cualquiera y finalmente es la hora de su gran paseo, el cuál se lo sabe de memoria... al norte... espero a que tire mi hombro izquierdo y doblo hacia la costa... tengo que pasar por ese bosque verde dentro de aquella selva gris y seguir derecho... llegar hasta donde suenan los monstruos de hierro y tiran de mi hombro otra vez... me detengo cuando lo requieran y así mismo continuaré...y luego de vuelta... Bonita ya ha vuelto a casa, en un par de horas atardecera pero sigue contenta, inquieta y contenta por el día de mañana y se recuesta preguntandose si acaso mañana podrán salir a pasear otra vez.

Suena la alarma. Son las 05.00 am. Manuel tiene que echarse cama abajo, se obliga pues quiere quedarse otros cinco minutos acostado. Se sirve su desayuno y ya está listo para salir. Aún sigue garugando. Se dispone en busqueda de su compañera por más de 10 años. Afina detalles y parte su marcha, pero sin antes cerrar el porton de su casa. De camino de Pinto hacia el El Mercado de Chillán le tomará casi una hora dependiendo del ritmo, al llegar, Manuel y sus compadres cargaran a la yegua. Don Manuel como es conocido, tiene una sonrisa amable y un trato especial con su clientela, sea su casero o su caserita. Al aproximarse a su primera villa por recorrer, afirma su garganta para su clásico rito...Las paltas, las papas, el tomate fresquito casera el tomate inhala... Las lechugas, el apio, la verdura, el tomate fresquito casera. Don Manuel con sus 65 años de vida y más de 40 trabajando en el rubro se le ve exitoso, con su pecho inflado dirán algunos, pero se siente orgulloso, más alla de lograr sacar una familia adelante, ahora él se abraza con sus dos hijos con cartón en mano y un trabajo estable. Ahora lo único que le preocupa es poder seguir dándole un paseo a su querida compañera Bonita.

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