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En la búsqueda de la verdad, es que aparecen miles de formas de encontrarla, sólo encauzaremos la convergencia de nuestros pensamientos para luchar en encontrarla basandonos en los principios en los cuales creemos se fundan las bases de toda sociedad libre

miércoles, 26 de mayo de 2010

La fantástica creación mediática


“Algunos niños me dicen zafrada, pero no les digo nada porque me pegan, me toca aguantar nomás porque son bien pesados y uno tiene orejas, no las puede cerrar”. Esa fue una de las últimas frases que se pudo leer del famoso Víctor Díaz, quién en las últimas semanas no ha podido precisamente disfrutar de su explosiva fama.

Es que el famoso niño se ha tenido que bancar la envidia y quejas de los vecinos, debido a la lluvia de regalos post terremoto. Así, muchos incluso lo han tratado de ladrón y mentiroso por todo lo recibido, sacando a relucir la menos versátil de sus personalidades.

Aquella noticia no me sorprendió, sin embargo, si me llamó la atención la precisa reflexión de la directora del establecimiento donde estudia el comodín de estelares. Aquellas palabras fueron “la culpa no es del niño, sino de la televisión que infló su imagen”.

Y así como ocurre con el pequeño Víctor Díaz, pasa con Homero en aquel capítulo y también en una serie de eventos en que participan los medios, sobre todo la televisión. Estos, desgraciadamente crean realidades.

Recuerdo cuando en la universidad me explicaban que la audiencia era capaz de reflexionar y clasificar los mensajes de los medios. No obstante, tengo la impresión de que la realidad es cada vez más inversa, donde los medios logran insertar de manera más efectiva los mensajes en la población.

El problema nace porque en la unilateralidad de la comunicación está el concepto de persuasión. Mientras en la comunicación interpersonal existe algún tipo de vínculo extracomunicativo entre emisor y receptor, en la comunicación de masas este vínculo no existe.

Naturalmente, para que esta comunicación sea posible son necesarios unos medios mucho más sofisticados que en la comunicación interpersonal. El desarrollo tecnológico de estos medios ha permitido saltos cualitativos de indudable repercusión social desde la simple imprenta hasta los modernos sistemas de comunicación que permiten las nuevas tecnologías de la información. Los grandes saltos se han consagrado en este siglo XX!, con la presencia de la radio, televisión, prensa escrita e internet, principalmente.

La necesidad de disponer de un medio altamente sofisticado para le emisión de mensajes de masas, ha hecho que el emisor no sea ya una persona, sino un ente organizado en el que cooperan desde los técnicos del medio hasta los comunicantes propiamente dichos y que precisa de un volumen creciente de capital para financiar las inversiones necesarias en los recursos imprescindibles para la emisión.
En este caso, según la visión de Shanon-Wiener, el emisor es una compleja organización social que precisa de grandes recursos financieros para su funcionamiento y que, por tanto, tiene o puede tener interés en la difusión o no difusión de determinados mensajes, con el fin de seguir disponiendo de dichos recursos. Por parte del receptor, pasa a ser la sociedad de masas, la audiencia. Un conjunto amorfo de personas, sin interacciones significativas y con nula relación con el emisor. No obstante, responde al estímulo del mensaje modificando sus comportamientos y pidiendo nuevos contenidos al emisor.
Pero lo del terremoto puede tener múltiples interpretaciones. Por un lado las radios se convirtieron en un puente para disminuir la incertidumbre en momentos críticos. En general, cumplieron una función fundamental en la comunicación entre las personas. Sin embargo, con las semanas los medios se dedicaron a hacer algo que saben hacer muy bien; insertar el miedo.

Existen varias teorías sobre cómo los medios pueden dirigir los mensajes a un público determinado. Sin embargo, hay una que es notablemente llevada a cabo por la televisión, la llamada Agenda Setting y establecida por Maxwell McCombs.

Esta visión plantea que los medios ordenan y seleccionan las noticias, de manera que estas terminan creando la agenda pública, o sea, los temas de relevancia entre la población. Justamente algo similar es lo que ocurre al mostrar al zafrada, más aún cuando según McCombs, entre mayor tiempo de exposición tiene un tema, mayor es la influencia en el público.

Así es como también generan el miedo. Por aquello también era costumbre observar en la mayoría de los medios, una cantidad considerable de noticias sobre delincuencia en la televisión. Seguramente si sólo fueran 10 minutos dedicados a esas temáticas, la sensación de miedo de la población disminuiría considerablemente, existiendo la misma delincuencia.

De hecho en Penco, hace unos años, se descubrió que era una de las ciudades con menos delincuencia, pero con más temor a aquello. Por lo menos, curioso.

Es exactamente el problema de la repetición de escenas catastróficas. La sensación de que todo anda mal crece y la información se convierte en un arma de doble filo. Y así con el saqueo, las turbas de delincuentes y otros fenómenos.

Los medios se dedicaron a crear grandes historias, con lo cual la gente asumía que era la realidad del asunto. Otra vez el beneficio empresarial en vez del apoyo que necesita en un momento así, donde se debería entregar algo positivo entre tanto desastre.

No obstante, otras personas ligadas a los medios de comunicación me han planteado que si no hubiera estado los medios cubriendo, las autoridades no hubieran llegado al lugar de los hechos. Pero pese a eso, ¿será necesario repetir 1000 veces una imagen para que las autoridades se concentren en una situación?, ¿es necesario sacar a relucir el mayor llanto? Creo que no, pero dentro de todo, la testarudez de autoridades me permite tomar en cuenta aquella posición.


Se aconseja ver este capitulo de Los Simpsons:



(Colaboración de la Agrupación Trimurti)

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